Dicho mecanismo nos lo fabricamos nosotr@s con un listón de madera, unos cáncamos, cuerda para estor, una varilla de contrapeso, un gancho para enrollar las cuerdas y si lo queremos hacer perfecto unos "ojetes", que nosotr@s podemos poner en la tela y en los puntos dónde van situados los cáncamos.
Este estor está confeccionado en una tela de Toile de Jouy. Yo soy una fan de este estampado, eso no quiere decir que tenga mi casa superdecorada con esta tela, aunque es cierto que me gusta mucho porque combina muy bien con muebles clásicos y con muebles claros. Combinada con tela de listas queda genial y rompemos la monotonía del estampado.
Antes de comentaros como he confeccionado este estor, os dejo una breve reseña de los orígenes de este estampado, que si no os apetece leerlo os lo saltáis.
Escenas pastoriles, acontecimientos históricos, paisajes orientales y
hasta escenas de películas. El Toile de Jouy ha sido soporte de las más
diversas temáticas que encuentran en estas telas de estampados
monocromáticos un sustento ideal que, además de contar historias, dota
de romanticismo y elegancia cualquier ambiente que decore.
Por: Sofía Arnaboldi C.
Toile es “tela” en francés y Jouy en Josas, el pueblito al sur de París que se hizo famoso por fabricar géneros de algodón estampados con escenas monocromáticas. Christophe-Philippe Oberkampf, de origen alemán, fundó esta fábrica en 1760 a la orilla del río Bièvre para asegurarse de tener suficiente agua para sus procesos de teñido. 900 hombres trabajaban tallando paneles de madera, tiñendo e imprimiendo manualmente los dibujos, haciendo calzar los estampados a lo largo de todo el paño de tela. Más de 30 mil paneles se grabaron para crear diferentes diseños.
El invento del estampado con planchas de cobre simplificó muchísimo los procesos de la fábrica: a través de un sistema de cilindros, se transferían los grabados a la tela de manera rápida y fácil, y los dibujos podían ser más grandes y detallados. En poco tiempo, la fábrica de Oberkampf se hizo famosa por sus telas monocromáticas con su estampados en rojo, negro o azul sobre un fondo blanco o crema.
A pesar de que otras localidades también elaboraban este tipo de género, fue el nombre del pueblo de Jouy el que prevaleció. La realeza francesa le dio un apoyo ferviente a esta fábrica. Las escenas pastoriles de sus telas coincidían con la visión idealizada de María Antonieta, y el rey Luis XVI proclamó a la fábrica como “la confección real de géneros estampados de Jouy en Josas”.
Aunque al principio estas telas lucían estampados florales, de a poco las escenas bucólicas de la campiña francesa fueron tomando protagonismo. Los motivos que mostraban a franceses en su trabajo o en sus tiempos de recreación y, sobre todo, las escenas de caza, uno de los pasatiempos favoritos de la gente de buen pasar, eran los favoritos.
Sin embargo, la diversidad de temas era tan vasta como la imaginación del tallador. Uno de los más memorables y famosos era “el trabajo de la confección”, en el que se mostraba el proceso de la manufactura de estos géneros. El Lejano Oriente también produjo una fascinación en los estampados: los paisajes asiáticos y las caricaturas de chinos eran considerados exóticos y muy deseados. Las telas que representaban a América también tenían demanda, una de las más conocidas representaba a George Washington, Benjamin Franklin y a John Adams. Con el tiempo, literatura como “Robinson Crusoe”, cuentos de niños o imágenes de películas como “Lo que el viento se llevó” tuvieron su versión estampada.
Aunque a mediados del siglo XIX la fábrica de Oberkampf cerró, estos géneros nunca se han dejado de fabricar y se reinventan cada temporada sin perder vigencia. En la actualidad, no hay colección de marca de textiles que no incorpore un Toile de Jouy; es que la simplicidad de sus combinaciones de colores y el romanticismo de sus diseños se ha ganado un lugar privilegiado en los altares de la decoración.
Por: Sofía Arnaboldi C.
Toile es “tela” en francés y Jouy en Josas, el pueblito al sur de París que se hizo famoso por fabricar géneros de algodón estampados con escenas monocromáticas. Christophe-Philippe Oberkampf, de origen alemán, fundó esta fábrica en 1760 a la orilla del río Bièvre para asegurarse de tener suficiente agua para sus procesos de teñido. 900 hombres trabajaban tallando paneles de madera, tiñendo e imprimiendo manualmente los dibujos, haciendo calzar los estampados a lo largo de todo el paño de tela. Más de 30 mil paneles se grabaron para crear diferentes diseños.
El invento del estampado con planchas de cobre simplificó muchísimo los procesos de la fábrica: a través de un sistema de cilindros, se transferían los grabados a la tela de manera rápida y fácil, y los dibujos podían ser más grandes y detallados. En poco tiempo, la fábrica de Oberkampf se hizo famosa por sus telas monocromáticas con su estampados en rojo, negro o azul sobre un fondo blanco o crema.
A pesar de que otras localidades también elaboraban este tipo de género, fue el nombre del pueblo de Jouy el que prevaleció. La realeza francesa le dio un apoyo ferviente a esta fábrica. Las escenas pastoriles de sus telas coincidían con la visión idealizada de María Antonieta, y el rey Luis XVI proclamó a la fábrica como “la confección real de géneros estampados de Jouy en Josas”.
Aunque al principio estas telas lucían estampados florales, de a poco las escenas bucólicas de la campiña francesa fueron tomando protagonismo. Los motivos que mostraban a franceses en su trabajo o en sus tiempos de recreación y, sobre todo, las escenas de caza, uno de los pasatiempos favoritos de la gente de buen pasar, eran los favoritos.
Sin embargo, la diversidad de temas era tan vasta como la imaginación del tallador. Uno de los más memorables y famosos era “el trabajo de la confección”, en el que se mostraba el proceso de la manufactura de estos géneros. El Lejano Oriente también produjo una fascinación en los estampados: los paisajes asiáticos y las caricaturas de chinos eran considerados exóticos y muy deseados. Las telas que representaban a América también tenían demanda, una de las más conocidas representaba a George Washington, Benjamin Franklin y a John Adams. Con el tiempo, literatura como “Robinson Crusoe”, cuentos de niños o imágenes de películas como “Lo que el viento se llevó” tuvieron su versión estampada.
Aunque a mediados del siglo XIX la fábrica de Oberkampf cerró, estos géneros nunca se han dejado de fabricar y se reinventan cada temporada sin perder vigencia. En la actualidad, no hay colección de marca de textiles que no incorpore un Toile de Jouy; es que la simplicidad de sus combinaciones de colores y el romanticismo de sus diseños se ha ganado un lugar privilegiado en los altares de la decoración.
- Este estor tiene 135 cm de ancho por 165 cm de alto. Como norma los estores se suelen confeccionar dejando a ambos lados del marco de la ventana unos 10 cm de margen y unos 15 ó 20 cm por el marco superior e inferior, por supuesto estas medidas son orientativas y en cada ventana hay unas circunstancias que nos limitan los márgenes, lo que si es cierto, es que no se confeccionan a ras del marco de la ventana.
- Un listón de madera de 132 cm de largo, 1 cm de ancho por 2 cm de alto.
- 6 cáncamos cerrados.
- 500 cm de cinta de nube para estor. Esta cinta tiene cosidas en su longitud presillas o argollas, a través de las cuales pasamos la cuerda para subir o bajar el estor. Esta cinta se cose en vertical, de arriba hacia abajo.
- 100 cm de cuerda para estor.
- Una varilla de contrapeso.
- 6 ojetes.
- Un gancho, agarradera pequeña,.. para que la cuerda se quede sujeta cuando subimos el estor.
Cómo hacerlo:
- Cortamos un paño de 145 cm de ancho por 172 cm de alto.
- Sobrehilamos su contorno.
- Marcamos 5 cm en los laterales.
- Doblamos por la marca hacia el revés de la tela.
- Cosemos la cinta , pisando el borde del dobladillo en los laterales.
- Hacemos lo mismo en el otro lateral. Marcamos el centro del estor y le cosemos una cinta en esta marca. Esta cinta que nos divide el estor en dos partes iguales, la podemos obviar sin problema. La diferencia con la foto será que tendremos una sola onda.
- Marcamos 5 cm en el borde superior y lo doblamos hacia el revés de la tela, justo en el doblez y a unos 5 cm del borde lateral, marcamos con un lápiz tanto a un lado como al otro un punto para poner el ojete o en su defecto saber que en ese punto va el cáncamo para poder colgar el estor del techo. Si quisieramos colgarlo de la pared, haríamos esta marca en la parte trasera del listón y más o menos a 5 cm del borde.
- En las cintas laterales y central, pondríamos un ojete.
- En el lado dónde quisiéramos poner la cuerda para subir o bajar el estor pondríamos otro ojete al lado del ojete que hemos puesto en la cinta.
- Una vez situados los ojetes o en su defecto la marca de lápiz dónde van atornillados los cáncamos. Hacemos el dobladillo superior de 5 cm, dejando un lado de 5 cm sin coser para poder meter el listón.
- Hacemos en el borde inferior del estor un dobladillo de 2 cm a máquina.
- Si queremos dejarle un volante en su parte inferior, le pondremos el contrapeso a unos 25 cm del borde, para ello le cosemos una cinta para poder pasar por su interior el contrapeso, en este caso una varilla. Si por el contrario no queremos volante, hacemos el dobladillo más ancho para poder meter la varilla.
- Por último pasamos las cuerdas, ayudándonos de una aguja de lana o de un imperdible por las presillas de las cintas.
- Ya sólo queda hacer los agujeros en el techo en la posición deseada y poner los cáncamos, en este caso abiertos y poner en la pared a la altura deseada el gancho, agarradera o soporte para recoger el estor.
P.D. Si os interesa el tema de los estores os invito a visitar estas páginas:
Me encanta el toque histórico, además de aprender cómo hacer algo aprendemos su origen, que no viene mal. Me acabo de enterar de donde viene lo de Jouy.
ResponderEliminar